jueves, 27 de septiembre de 2007

Bendito sea el fútbol...

Justo cuando empezaba a pensar que el fútbol mundial había perdido totalmente sus valores, se había olvidado de sus más antropológicas raíces, y de su esencia; un joven gaditano (Nativo de Cádiz) de sólo 26 años ha dado cátedra de vida y de prosapia también.

Recuerdo hace muchos años al Sr. Leo Benhakker decir, después de ver el que a la postre se llamó el “Señor Gol” de Hugo Sánchez al Logroñes (Leer Logroñes de atrás para adelante): Cuando uno ve un gol así, deberíamos dejar de disputar el partido e irnos todos juntos a celebrar.

Pero hablaba originalmente de un joven gaditano y no de nuestro seleccionador nacional. De vuelta a nuestros tiempos, soy de la opinión que después de ver lo que hizo el joven Joaquín Sánchez Rodríguez (No confundir con mi paisano), bien valía la pena, olvidarse del partido, cargar al chaval en hombros y pasearlo por todo Cádiz, por todo Sevilla y por todo Valencia; yo por mi parte esa noche le di gracias a Dios por el fútbol.

Hace poco más de 1 año comenzó a forjarse el escenario que tuvo a lugar en el minuto 83 del partido Betis – Valencia de la presente temporada. Joaquín, que había jugado toda su vida en el Betis levantó la voz para decir que había entregado el cuerpo y el corazón al equipo pero que era tiempo de pasar a un equipo grande de España, en busca de un mejor futuro tanto deportivo como económico.

Después de complicadas negociaciones su antiguo club optó por venderle al Valencia de España y cuando todo estaba listo para el traspaso los directivos del hasta entonces su equipo, puso trabas a la transferencia, que aunque finalmente se solucionaron satisfactoriamente para todas las partes; no permitieron que Joaquín jugará con su nuevo equipo en su antigua casa.

Sin embargo en el fútbol, como en la vida, no hay tiempo que no se cumpla ni plazo que no se venza y como tenía que suceder; un año después, el gaditano enfrentó con su nuevo equipo, a su antigua casa, su antiguo estadio, su antigua afición.

Y así fue como quiso el destino (Cuando su equipo ganaba 1-0 y sus ex compañeros buscaban igualar el marcador), que en el minuto 83 del segundo tiempo un centro desde la banda derecha dejara a Joaquín de frente a la portería y con el balón a sus pies. Y sí, Joaquín pateó la pelota y marcó el 2 a 0 en la que alguna vez fuera su meta.

Cuando cayó el tanto el chico dejó de correr, caminó hasta un lado de la portería llevándose las manos al pecho y cruzándolas en gesto de pedir perdón, bajo la cabeza y se inclinó. Sin embargo hubiera bastado con verle la cara al chico para darse cuenta de todo lo que pasaba por su cabeza, y por su corazón.

Te amo, y aunque me duele perjudicarte tengo que hacerlo porque ese es mi trabajo…

Con tal nobleza, que la afición del Betis, a la que él tantas alegrías regaló, aplaudió el gol de su ex jugador como si lo hubiera anotado su propio equipo, y cuando al chaval le tocó salir de cambio del partido, el público se le entregó y le ovacionó de pie.

Aupa Betis… Amunt Valencia!

Bendita sea el fútbol… Todavía traigo el nudo en la garganta.

Yorch

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